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Las vulnerabilidades al cambio climático del sistema de movilidad de Catalunya

  • El transporte terrestre es especialmente vulnerable a las afectaciones del cambio climático / Wikipedia

El cambio climático es una realidad. Más allá de los numerosos estudios e informes de referencia que así lo constatan –por ejemplo, el reciente sexto informe del IPCC–, sus efectos empiezan a evidenciarse en todo el territorio: incremento de la temperatura, ocurrencia de sequías, etc. Además, episodios como el temporal Gloria de 2020 o el Filomena de 2021 son una muestra del futuro que nos espera si no se empieza a actuar de forma urgente y disruptiva antes de que sea demasiado tarde, incluyendo los gobiernos, las grandes corporaciones y la sociedad en su conjunto.

El sector del transporte, al igual que todos los demás sistemas y sectores, se verá afectado por los impactos del cambio climático, tanto en su dimensión física (infraestructuras) como funcional (movilidad de personas y mercancías). De hecho, el transporte terrestre en concreto (viario y ferroviario) es un sector especialmente vulnerable a sufrir afectaciones.

Uno de los motivos que me lleva a hacer esta afirmación es que la movilidad se desarrolla mayoritariamente en el exterior, quedando expuesta directamente a las inclemencias meteorológicas. Además, buena parte de la red viaria y ferroviaria existente fue diseñada y construida cuando no se contemplaba la variable del cambio climático ni, evidentemente, los nuevos escenarios climáticos proyectados en los próximos años.

Basándome en estos escenarios, a nivel catalán habrá que prestar especialmente atención al incremento de la temperatura, sobre todo en verano, y al aumento en la frecuencia e intensidad de las lluvias, más aún cuando se combinan con episodios de fuertes rachas de viento. Entre otros, como ya está ocurriendo en la actualidad, estos fenómenos pueden causar deformaciones del firme y de los raíles, y otros daños estructurales por desprendimientos, desprendimientos e inundaciones, respectivamente.

El sector del transporte se verá afectado por los impactos del cambio climático, tanto en su tamaño físico como funcional. De hecho, el transporte terrestre en concreto es un sector especialmente vulnerable a sufrir afectaciones.

En relación con los impactos sobre la operación –o funcionales–, destaco la reducción del confort climático por altas temperaturas de las personas pasajeras y trabajadoras. Este desconfort no puede menospreciarse, ya que puede causar afectaciones sobre la salud, como golpes de calor, además de convertirse en un factor de riesgo para la conducción, comprometiendo la seguridad.

Todos estos impactos sobre las infraestructuras y la funcionalidad del sistema de movilidad se traducen, en última instancia, en costes socioeconómicos. Algunos pueden ser directamente evaluables en términos monetarios, como los gastos sanitarios derivados de un accidente de tráfico. Otros, como los retrasos en la circulación de camiones por atascos, requieren la aplicación de metodologías específicas de evaluación.

Teniendo en cuenta lo expuesto hasta ahora, parece clara la necesidad de adaptar el sector del transporte a los impactos esperados del cambio climático. Estas actuaciones no se pueden confundir con las de mitigación, es decir, las enfocadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y en las que la movilidad también juega un papel clave, por ejemplo, a través de la electrificación de la flota o el carsharing.

Previamente al diseño e implementación de las medidas de adaptación, sin embargo, los operadores de movilidad deben llevar a cabo una diagnosis de la vulnerabilidad de las infraestructuras y del servicio que gestionan. En otras palabras, se trata de identificar el problema para ponerle solución. Sin embargo, cabe recordar que la vulnerabilidad puede variar en el espacio y en el tiempo en función del tramo o elemento considerado, y que su diagnosis puede resultar compleja en algunos casos.

El uso de sensórica y los sistemas de alerta temprana y de inteligencia artificial representan medidas relevantes y recomendable para su adopción por todos los operadores y gestores de movilidad.

En el marco de los trabajos que hemos coordinado desde el Estudi Ramon Folch por los proyectos de Análisis de la vulnerabilidad de las infraestructuras de transporte de la demarcación de Barcelona y de Cataluña por la Autoritat del Transport Metropolità (2020) y la Oficina Catalana de Cambio Climático (2021), respectivamente, se han planteado una serie de actuaciones de adaptación a considerar por los distintos operadores. De acuerdo con el planteamiento realizado, éstas pueden aplicarse sobre infraestructura existente y nueva, considerando las diferentes fases de su ciclo de vida, o sobre el parque móvil.

Aunque, como he avanzado anteriormente, las medidas a adoptar dependerán de la vulnerabilidad asociada a cada uno de los modos y medios de transporte, el uso de sensórica y los sistemas de alerta temprana y de inteligencia artificial representan medidas relevantes y recomendable para su adopción por todos los operadores y gestores de movilidad. Entre otros, estos sistemas y aparatos contribuyen a la mejora en la gestión del riesgo, a la vez que facilitan las tareas de mantenimiento (mayor eficiencia, fiabilidad, precisión y seguridad), las cuales pueden prevenir muchas de las afectaciones esperadas.

Ya para concluir, quisiera destacar que es importante no descuidar la dimensión de los costes externos de los impactos del cambio climático. De hecho, es necesario tener en cuenta estas externalidades a la hora de plantear y priorizar medidas de adaptación y de fomento de la resiliencia en términos de coste-beneficio. Sin embargo, la adaptación al cambio climático debe concebirse como un proceso progresivo a lo largo del tiempo, revisable y actualizable, y con capacidad de modulación en función de la evolución climática real.

Artículo publicado en el número 18 de la revista Mobilicat (Noviembre 2021).