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Híbridos monstruosos

En un pasaje del Fausto de Goethe, el Canciller dice a Mefistófeles que la duda, es el híbrido monstruoso, hijo de la naturaleza y del espíritu. La naturaleza y el espíritu que, a continuación, contrapone a los santos y a los caballeros, que han de resistir a los herejes y a los brujos que arruinan ciudades y campos.

McDonough i Braungart, pensando, precisamente, en la naturaleza con espíritu sostenibilista, hablan en Cradle to cradle del híbrido monstruoso (monstrous hybrid) para referirse a aquellos embalajes que mezclan diversos materiales de manera tal que obstaculizan su posible aprovechamiento eficiente.

Me sirvo de ésta pedante entrada para reflexionar sobre les facilidades o dificultades que proporcionan los expertos en packaging a los consumidores. Como en todos los gremios, entre estos expertos encontramos caballeros y brujos. Habrá que descubrir, por lo tanto, cuales son los que realmente arruinan el campo y la ciudad.

El sábado pasado, mientras vaciaba el carro de la compra al volver del súper, dos productos de los que sacaba me hicieron pensar en ello. Por un lado, la mermelada de naranja amarga originaria de Molina de Segura y, de otro, la bebida de cebada proveniente de Viladrau en seis envases de un litro.

El primer producto venia envasado en un frasco de cristal de 400 ml con una etiqueta de plástico que hacía, a su vez, las funciones de precinto y una tapa metálica. Cristal, plástico y metal. La separación de los tres materiales se puede hacer de forma sencilla y rápida, ya que la etiqueta de plástico no lleva ningún tipo de adhesivo y, gracias a la forma del envase, queda perfectamente fijada. Además, el envase y su tapa son perfectamente reutilizables.

El segundo producto venia envasado en seis conocidos recipientes paralelepipédicos de un litro, formados por una capa de aluminio, una de cartón y cuatro de polietileno, más un tapón de plástico. Estos seis envases sin embargo, venían empaquetados, a su vez, en una especie de caja de cartón, la parte superior de la cual dispone de una obertura atravesada por una franja de cartón que hace las funciones de asa.

Como en el súper había pensado que era demasiado débil para aguantar el peso de los seis litros de líquido con suficientes garantías, la había sacado del estante como si fuera una caja cualquiera, sosteniéndola por debajo, y la había depositado en el carro. En casa la había sacado de la misma manera. Una vez dejados los seis paralelepípedos bien ordenados en un armario de la cocina, intenté romper la franja de cartón de la parte superior para comprobar su resistencia. La franja de cartón ofreció una resistencia inesperada. Llevaba en su interior una tira de plástico, encolada. Si es tira el conjunto al contenedor azul, incluirá la tira de plástico, dificultando su correcto reciclado.

En el comercio, como en tantos otros sectores, los costes logísticos mandan, pero existen soluciones diversas y es el diseñador quien pone más o menos impedimentos al consumidor para poder cumplir con su deber de separar los residuos cómodamente. Será el diseñador quien, finalmente, deberá escoger entre el papel de santo o el de hereje.