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Infancia, salud y ciudad

Si el aire urbano sigue con los actuales niveles de polución, toda una generación se resentirá

El ambiente no nos es externo. Es nuestro espacio exterior. Es diferente. El aire forma parte de nosotros mismos, esté dentro de nuestros pulmones (ahora) o fuera (de momento). El aire es parte de nosotros, como la atmósfera no envuelve a la Tierra, sino que es su parte superficial. Somos nuestro cuerpo y la burbuja aérea en que está sumergido. Por eso son tan estrechas las relaciones entre ambiente atmosférico y salud. ¿Cabría imaginar peces saludables en un ambiente acuático deteriorado...?

La contaminación atmosférica local provoca disfunciones fisiológicas e induce enfermedades. Es el caso del asma. En parte, se desencadena por la presencia de contaminantes en el aire respirable. De un tiempo a esta parte, es la principal enfermedad respiratoria crónica de niños y adolescentes. Los niños no son adultos pequeños. Son personas en proceso de formación. Proporcionalmente, respiran más aire que un adulto y, a la vez, sus mucosas son más sensibles, por lo que la contaminación atmosférica les afecta más.

Los estudios epidemiológicos acumulan evidencias. Los responsables del Breathe Project han preparado para el Consorci d'Educació de Barcelona una relación de medidas para minimizar los efectos negativos de la contaminación del aire escolar sobre los niños. Entre otras cosas, los alumnos de las escuelas de aire más contaminado presentan retrasos en su desarrollo cognitivo de entre uno y dos meses respecto a los de las escuelas con aire limpio. No es poco.

La Fundació Roger Torné lleva años ocupándose del tema. La semana entrante, presentará el libro Infancia, salud y ciudad. Demuestra que si el aire urbano sigue exhibiendo los actuales niveles de contaminación por partículas y óxidos de nitrógeno (motores de explosión), toda una generación se resentirá. Ni tenemos derecho a ello, ni nos lo podemos permitir.

*Artículo publicado en El Periódico el 3/04/2016